Quien consume cannabis
sin ocultárselo a nadie, especialmente a su familia, se considera un
marihuanero legalizado. "Que me
digan marihuanero para mí no es una ofensa, solo refleja lo que hago",
dice Sebastián, un joven independiente y trabajador de 26 años.
Camilo, de 21 y con un
buen empleo dice lo mismo, explicando que solo lo hace en sus ratos libres y
que esa sustancia lo hace sentir tranquilo, le aclara la mente y le ayuda a ver
soluciones viables a sus problemas, que según él, son muy pocos.
Además, asegura que
consumir marihuana es mucho mejor que ingerir alcohol o fumar cigarrillo. "Eso ya no me gusta, ahora prefiero el
cannabis, obtengo mejores sensaciones y no expongo tanto mi salud".
Camilo pertenece a una
clase social media y Sebastián a una alta. Ambos han tenido estudios
universitarios, una familia tradicional donde nunca les ha faltado nada y se
han formado en valores y con ideales de superación.
Por otro lado, Brian
tiene 17 años y vive en un barrio marginal de la ciudad. Además de consumir
este alucinógeno, Brian ingiere popper, gotas de coquan, perico, ácidos y hasta
bazuco. Él no hace parte de una familia de mamá y papá, donde se enseñen y
ejemplaricen valores y reglas éticas y
morales. Este joven ha dejado el colegio y ha recurrido al robo a mano armada para
obtener dinero.
Brian, al igual que sus
amigos, afirma que fuma marihuana por moda y que similar a las demás drogas, lo
hace alejarse de los muchos y complejos problemas que tiene en su casa, algunos
colmados de violencia, intolerancia e indiferencia. Para Brian, escuchar ¡marihuanero!
cuando alguien pasa por su lado, podría ser hasta halagador.
Ahora bien, usted que
emplea tal palabra para despreciar a alguien que consume esta hierba, pregúntese
o pregúntele a alguien cuántos amigos, parejas, conocidos o familiares que la fuman, llevan una vida completamente
normal y probablemente muy prospera.
Después, pregúntese si
es la marihuana la causante de la perdición de tantas personas, o lo es el
contexto desafortunado y aquellos padres que están más preocupados en deshacerse
de la culpa y echársela a la mata verde, que en criar y formar a sus hijos para
que sea la misma familia quien contribuya a la solución de sus problemas y no los
estupefacientes.
Como estos jóvenes, cada
vez son más quienes están "legalizados" en sus hogares. Nada les impide conseguirla
y fumarla, incluso en sitios públicos lo hacen, porque ningún comentario les
afecta. Así que la próxima vez que quiera ofender a un fumador de marihuana, le
recomiendo que no pierda su tiempo.